miércoles, 30 de marzo de 2011

ANIVERSARIO DE LA ORGANIZACIÓN

Por Nelia Catari


La Federación Nacional de Trabajadoras del Hogar de Bolivia, la (FENATRAHOB), se fundó un 28 de marzo de 1993 con el objetivo de luchar por los derechos de las trabajadoras del hogar. Diez años después se logró la aprobación de la ley de regulación del trabajo asalariado del hogar, ley Nº 2450, que reglamenta el trabajo asalariado y los derechos y obligaciones de las trabajadoras del hogar.


Esta ley sirvió como instrumento de defensa de los derechos laborales, porque la vulnerabilidad de las trabajadoras se acentuaba más por el hecho de ser mujeres y emigrantes del campo. Las trabajadoras del hogar no teníamos acceso al estudio, a un horario de trabajo apropiado, a feriados, a vacaciones, ni a descanso los fines de semana.


El trabajo que hacemos es agotador, ya que casi todo el tiempo tenemos que estar de pie, porque así lo requieren nuestras labores. Cuando una se esmera, los empleadores o empleadoras se aprovechan, y cada vez exigen más; no se conforman con todo lo que hacemos y si ya hemos terminado de hacer toda la limpieza, nos piden que hagamos la comida o nos dicen que limpiemos otra vez.


El primer encuentro de trabajadoras del hogar se realizó en Colombia, el año 1988. Participaron trabajadoras del hogar de 11 países de América Latina y entre los temas tratados estaban las condiciones laborales de las trabajadoras y la discriminación. Se conformó entonces la Confederación Latinoamericana del Caribe de las Trabajadoras del Hogar y también se estableció el 30 de marzo como el día de la trabajadora asalariada del hogar.


La FENATRAHOB. ha ratificado esta fecha para celebrarla en el país y el presidente Evo Morales la declaró como día nacional de las trabajadoras del hogar con el Decreto Supremo 28655, promulgado el año 2003. Ahora reconocemos ese día como nuestro, nuestras compañeras participaron en la toma de esa decisión. Por otro lado, gracias a este decreto, las trabajadoras tenemos un día de asueto, pero los empleadores no lo respetan, no nos dan esas horas libres pues no valoran el trabajo que realizamos. Otros sectores tienen un día de descanso, por ejemplo el 6 de junio, día del maestro, pero tambien es distractivo en toda Bolivia se les da asueto a los maestros y se los agasaja. Algunos empleadores no saben que existe un día de la trabajadora del hogar y tampoco lo saben muchas de nuestras compañeras, por eso no exigen su derecho y tampoco los empleadores lo respetan.


La mayoría de nuestras compañeras son discriminadas y sufren explotación laboral, todavía trabajan más horas de las establecidas en la Ley 2450, muchas no piden vacaciones y ni siquiera descansan los fines de semana.


El 30 de marzo, nosotras tenemos actividades recreativas, salimos a las plazas y a varios otros lugares públicos de la ciudad para socializar las leyes que nos protegen. Por eso las autoridades del gobierno, también deben darse la tarea de socializar el decreto del día de las trabajadoras del hogar, además de los derechos y obligaciones que están en la ley 2450. Así el trabajo sería conjunto y la población tendría mayor información sobre el tema.


Ahora tenemos un gobierno del pueblo que supuestamente esta a favor a los pobres, antes la lucha del pueblo era ser escuchado por los gobernantes, nosotras venimos luchando desde hace mucho tiempo para que el seguro de salud, artículo 9 de la regulacion del trabajo asalariado del hogar, se ha regulado, desde el año 1993, cuando se promulgo la ley, que esta sin reglamentarse, para no solucionar algo tan importante, el gobierno pone cualquier tipo de pretexto.


En una reunión que tuvimos con el ministro de salud, en noviembre del 2009, él nos pidio que tengamos paciencia, se comprometió para cuando pasaran las elecciones, a trabajar sobre el tema,hoy no podemos acudir a los centro de salud, porque seguimos sin seguro, todavía nos vemos discriminadas y no podemos gozar este derecho, las autoridades no solo deben hacer su campaña política, si no también deben velar por los sectores necesitados.

lunes, 28 de marzo de 2011

DELINCUENCIA EN LA CEJA

Por Martha Huallpa


En la Ceja de El Alto no hay seguridad para la ciudadanía, ni en el día, ni en las noches. Una persona ni siquiera puede hablar por teléfono, porque no falta un delincuente que, de un jalón, le quite el teléfono. Tampoco se puede manejarla billetera tranquilamente; la gente tiene que esconderse en una tienda o arrimarse a la pared para guardar o sacar su dinero. También corren peligro las personas que están bien vestidas y las mujeres no pueden estar con joyas, pues los ladrones están a la expectativa de qué pueden sustraer o a quién pueden asaltar.


Si alguien es víctima de un asalto, robo o cualquier otro delito, nadie te ayuda, así te estén robando frente a un montón de personas. La gente sólo mira, sin hacer nada; hasta la policía actúa de tal manera y su ayuda nunca llega oportunamente. Los delincuentes no se esconden en la oscuridad de la noche, no, desde hace tiempo te asaltan y hasta cometen asesinatos a plena luz del día.


La falta de trabajo y de un ingreso permanente se ha convertido en una excusa para que la gente busque dinero robando. Y la falta de autoridad, que garantice la seguridad de las y los alteños, nos ha puesto en la mira de bandas delincuenciales de las zonas y también bandas extranjeras que operan el plena Ceja.


Yo también he sido víctima de los delincuentes, pero cuando quise avisara la Policía, fui yo la que recibió los reclamos y acusaciones. Según los policías somos las mismas personas las que no cuidamos nuestras pertenencias y por eso somos víctimas de robos.


Pero a veces, parece que la policía misma es cómplice de los delincuentes. En una ocasión pude ver que un ladrón, que le robó su cartera a una señora, le dio una bolsa a un policía cuadras más allá de donde había ocurrido el hecho y en el mismo instante el policía lo dejó ir. Es una vergüenza que vivamos en un país en el que la ciudadanía no pueda confiar en la policía; estamos de mal en peor y la delincuencia sigue creciendo, al igual que la constante necesidad de trabajo, el hambre y la pobreza.


No queremos que los robos, asaltos y otros delitos estén al nivel de la situación que se vive en otros países, como Colombia, Brasil y Perú, por ejemplo. Pero para eso se necesita que las autoridades trabajen y eliminen los focos de corrupción que impiden que la población cuente con seguridad.


Pero también como ciudadanía podríamos reforzar la seguridad, con nuestras propias medidas de protección, por ejemplo cambiando hábitos de nuestra conducta y así prestar ayuda a quien está sufriendo un robo. Para una persona sola puede ser peligroso, pero entre varias pueden auxiliar a las víctimas. También serviría instalar dispositivos antirrobos en los vehículos, negocios o casas particulares, además, incrementar las relaciones con nuestros vecinos y estimular la solidaridad y dar aviso a la policía ante cualquier situación extraña. Así, de ese modo, entre todas y todos nos ayudaríamos.


Si bien es responsabilidad de las autoridades brindarnos seguridad, no podemos quedarnos a esperar a que nos la proporcionen. Es una necesidad nuestra y debemos hacer algo ante todo esto, pero sin atentar contra los derechos humanos.

lunes, 21 de marzo de 2011

EL CIGARRO

Por Martha Huallpa


El cigarro es la forma más popular de consumo que tiene el tabaco; pero no es tabaco puro, sino que contiene una mezcla de diferentes de químicos, sustancias irritantes y cancerígenas que dañan el organismo de las personas. El fumar causa muchos problemas y enfermedades: cáncer pulmonar y problemas respiratorios. Además a las personas que tienen diabetes les afecta a la circulación, aumentando el riesgo de infartos, embolias y otras enfermedades. El humo del cigarro también tiene un efecto nocivo en la salud de quienes rodean a los fumadores.


El cigarro puede ser igual de dañino o más, que cualquier droga que se usa ilegalmente, como la mariguana, la cocaína y otros.


En la etapa de la adolescencia, las personas están propensas a volverse adictas con mayor facilidad, pues se encuentran en una edad de mucha confusión interna. En mi experiencia como trabajadora del hogar, he visto que la mayoría de los adolescentes de 14 a 18 años aproximadamente, fuman constantemente y como sabemos, las adicciones no discriminan raza, religión, sexo o clase social.


También debemos tomar en cuenta que el cigarro está al alcance de todo bolsillo, tanto de los pobres como de los ricos. Por ejemplo en la ciudad de La Paz podemos ver a muy jovencitos, chicos y chicas, fumando, muchas veces por seguir la corriente a sus amigos. También hay jóvenes que gastan bastante dinero comprando varias cajetillas, a ellos no les falta la comida, pero mantener un vicio que les destruye la vida supone un presupuesto diario.


Yo pienso que estos jóvenes fumadores no recibieron orientación de sus padres, pues muchas veces ellos han crecido viendo fumar a sus papás y siendo fumadores pasivos. ¿Cómo un padre fumador puede aconsejar a su hijo que no siga sus pasos? Creo que es muy difícil, porque las personas adultas debemos empezar por dar el ejemplo. También debemos tratar de informar que los fumadores no sólo se dañan ellos mismos, sino que contaminan el aire que respiramos las demás personas. El que nunca hayamos fumado un cigarrillo no significa que estamos libres de las enfermedades que causa la nicotina, pues si estamos cerca de alguien que fuma, el riesgo es grande. En otros países se han aprobado leyes que protegen las vidas de las y los no fumadores, creando áreas para que las personas que tienen este vicio sean restringidas de alguna manera.


Esta ley debería extenderse a todos los países, así se protegería la vida de mucha gente, incluyendo a los niños y niñas que también son afectados gravemente, dependiendo del grado de contacto que tengan con el humo que desprenden los cigarrillos.

martes, 15 de marzo de 2011

MUJER CASADA

Por Gaby Mamani


Algunas personas piensan que una mujer casada no debe reír mucho, debe tener cuidado de comportarse siempre como una señora, como dicen aquí en la ciudad. No sólo eso, además debe mantener la casa limpia y ordenada, cocinar, cuidar a las wawas, planchar, dejaren el colegio a los niñosy niñas, y recogerlos de clases.


Pero los esposos no se conforman con todo eso y no valoran el trabajo que realizamos las mujeres. Muchas veces nosotras mismas pensamos que es una obligación y por eso no lo consideramos un trabajo. Escuché varias veces que mujeres declaran a medios de comunicación que no trabajan, soy ama de casa, mi marido nomás trabaja, yo no se; trabajar, así responden, cuando periodistas les preguntan a qué se dedican. Las mismas mujeres desvalorizan el trabajo que conlleva el mantener el hogar, que puede tener el mismo grado de complejidad que cualquier otro trabajo, además no existe un horario establecido, son 24 horas al día que las amas de casa se ocupan de su hogar.


Muchas veces,los maridos son muy autoritarios y abusivos; cuando llegan del trabajo la esposa debe rendirles cuentas de sus actividades de todo el día y cuando la casa no está ordenada, cuestionan el que no se haya cumplido con las “obligaciones”, entre comillas, que se debían cumplir,como lavar y planchar la ropa. Otro ejemplo. Conozco a muchas compañeras a las que sus maridos les reclaman por el gasto que hacen para la comida; “está muy cara la verdura, para qué has comprado fruta, claro como vos no trabajas, es más fácil gastar el dinero”. Peor aún, resulta hasta penoso que las mujeres vistan como el marido decide, porque es él quien otorga el dinero contado para los gastos, entonces quieren imponer qué deben ponerse sus esposas. Otros las manipulan utilizando el chantaje, dicen queno saldrán con una si usamos ropa con colores llamativos y casi siempre las mujeres aceptan las sugerencias del marido que son en realidad una imposición.


Por eso, muchas veces, las amigas que ya son casadasaconsejan a las solteras que no se casen.


Cuando me encontraba con alguna compañera me decía que disfrute y aproveche mientras esté sola, porque la vida de casada y quedarse a cargo del cuidado del hogar es muy difícil. Otras personas piensan que es lindo estar casada y poder contar con una pareja para que ambos se comprendan, pero los matrimonios que duran un tiempo prolongado, son pocos, y generalmente duran porque las mujeres se han resignado y ya no se quejan.


Son muchas las privaciones que sufre una mujer casada,incluso muchas veces no puede ni trabajar,si lo hacen es en contra la voluntad del esposo que cree que la mujer debe estar en la casa atendiendo a los hijos. Pero otra cosa que está en contra de las mujeres que desean trabajar a pesar de todo, es que en algunas instituciones pagan menos sueldo a las mujeres que a los hombres, aunque estén desempeñando la misma labor, con esto podemos ver como se fomenta la desigualdad desde las instituciones, ya sean estatales o privadas.


No queremos victimizar a la mujer casada, simplemente hacer notar que en los matrimonios impera el hombre sobre la libertad de la mujer, cuando se supone que deberían ser dos seres que se acompañen en la vida en las mismas condiciones, pero en una mayoría de los casos esto no es así.


También queremos valorizar el trabajo que realizan las amas de casa y que ellas se den cuenta de que lo que están haciendo no es una obligación, es un trabajo que hasta el día de hoy no tiene remuneración. En nuestro paísse propuso un proyecto que remunere el trabajo del hogar de las amas de casa, que no es igual al trabajo asalariado del hogar, pues este es un rubro de las trabajadoras del hogar, pero es una pena que la propuesta se haya perdido en el camino y que algunos hasta se hayan burlado.


Ojala este proyecto aparezca algún día y sea aprobado por las y los asambleístas, porque el cuidar un hogar no es un trabajo fácil y merece ser reconocido por la sociedad.

lunes, 14 de marzo de 2011

LAS ACERAS DE LA CIUDAD

Por: Nelia Catari

Las aceras son para las y los peatones. En las veredas principales circulan estudiantes de colegios y universidades; vemos también a mujeres y algunos hombres llevando cochecitos de bebé. Las usan también las personas que van a trabajar todos los días.

Pero las aceras de nuestra ciudad están deterioradas. La falta de un mantenimiento periódico, sumado al crecimiento de las raíces de los arboles, han ocasionado que las aceras en muchas zonas estén llenas de baches. La gente entonces, en lugar de caminar, se la pasa tropezando o evadiendo huecos, lo que no sólo demora, sino que implica un peligro permanente, en especial para las personas discapacitadas, como las que no ven, que seguramente han sufrido más de un accidente al no poder evadir los huecos.

Además de todo esto, y por si fuera poco, algunas aceras son utilizadas como estacionamiento de vehículos, violando las normas de tránsito que otorgan el uso exclusivo de las aceras a las personas.

El colmo de la vulneración de estas normas son los mismos funcionarios públicos que estacionan sus carros en las aceras de sus fuentes de trabajo. Y ni qué decir de comerciantes que se han adueñado de las aceras, exponiendo a la gente a cualquier accidente, pues debe circular por la calzada. No estamos en contra de la venta callejera, pero debe ser racional y considerando la seguridad.

En las últimas semanas, las lluvias han estado más intensas en casi todo el país, entonces los baches de las aceras se llenan de agua y son una molestia para quienes tenemos que transitar por ahí. En la mayoría de las zonas hay baches, en la Rodríguez, San Pedro, Prado, 20 de Octubre, es decir que ni siquiera en el centro paceño las veredas están en buenas condiciones. En la ciudad de El Alto la situación es más grave, pues ni las aceras ni el paso de vehículos reciben mantenimiento.

Hay lugares donde se han arreglado las aceras después de muchos años, pero no es suficiente. Se necesita un mantenimiento constante para cuidar el trabajo y la inversión que hace el municipio con los impuestos que pagamos todas y todos los paceños.

La alcaldía debería preocuparse por solucionar estos problemas y como ciudadanía tenemos que exigir el arreglo de los baches, aunque nos hayamos acostumbrado a verlos y esquivarlos.

Las autoridades municipales, en muchos casos, sólo maquillan las calles más céntricas para que se vean bonitas. Nosotras esperamos que se ocupen de las cosas que realmente necesita la población y que piensen, sobre todo, en las personas discapacitadas que también tienen el derecho de transitar por la ciudad sin que esto sea un peligro mortal.

viernes, 11 de marzo de 2011

UNA CERTIFICACIÓN PARA COLGAR

Por Nelia Catari

La certificación de competencias para una supuesta mejora laboral de varios sectores, como agricultores, constructores, músicos, trabajadoras asalariadas del hogar y otros, se está otorgando desde hace unos dos años aproximadamente. Lo hace el Ministerio de Educación en coordinación con el Ministerio de Trabajo. Cuando comenzó el proyecto de certificación de competencias estaba a cargo de la Fundación Educación Para el Desarrollo, conocida como la FAUTAPO, el Ministerio de Educación y el Ministerio de Trabajo. Aunque no lo decían, el propósito de este proyecto era mostrar a la población la imagen de un gobierno que realiza un trabajo positivo en beneficio de la población trabajadora que no tuvo posibilidades de formarse.

Cuando las trabajadoras del hogar, y seguramente otros sectores, escuchamos la propuesta, creímos que iba a ser muy favorable que el Estado nos reconozca como especialistas en cada una de nuestras áreas.

En principio, el Ministerio de Educación iba a registrar a todas las trabajadoras del hogar en cada sindicato y luego se las evaluaría, es decir que les tomarían una especie de examen de sus habilidades en el trabajo del hogar. Si alguna reprobaba, iba a ser capacitada para reforzar su especialidad para que no se quede sin el certificado de competencias que, además, fue promovido como un instrumento para mejorar nuestros ingresos salariales.

Las compañeras dirigentas de la Federación Nacional de Trabajadoras del Hogar de Bolivia (FENATRAHOB) y los sindicatos se movilizaron para que todas podamos acceder a este proyecto gubernamental.

La prueba consistía en hacer las labores del hogar en un tiempo determinado. Varios evaluadores, que eran parte de los ministerios y de la FAUTAPO, se aprovecharon de nosotras.

Les explico. Algunos evaluadores nos hicieron la prueba en nuestros mismos trabajos, pero otros nos llevaron a sus casas con el pretexto de evaluarnos allí e incluso a las casas de sus amigos y amigas, o de alguna persona conocida.

Debíamos lustrar los pisos, lavar la ropa, planchar, cocinar y en algunas casas el desorden era extremado. Hacíamos todo, sin ningún reconocimiento económico, a pesar de que cubríamos casi un medio tiempo de trabajo. En la primera fase de la etapa nos otorgaron material de limpieza y cocina, pero en la segunda, que era una especialidad, cada una debía comprarse el material que le hiciera falta con su propio dinero.

La capacitación prometida para las compañeras que no aprobaron la prueba, nunca se dio. Hasta hoy, muchas de nuestras compañeras esperan el certificado por el cual invirtieron tiempo y dinero.

Con acciones como esta, comprobamos que los gobernantes sólo se hacen propaganda y con su discurso hacen creer al pueblo que se preocupan por las y los trabajadores.

Y por otro lado, estos certificados resultan ser un engaño, pues aunque los tengamos, las y los empleadores no lo toman en cuenta a la hora de contratarnos. Al parecer la certificación por competencia sólo ha servido como bandera al gobierno para que creamos que tienen políticas de mejoras en la condición laboral de los y las trabajadoras.

jueves, 10 de marzo de 2011

LA MALA ATENCIÓN MÉDICA

Por Victoria Mamani

La atención en el Hospital Obrero deja mucho que desear. Muchos médicos se han vuelto indolentes ante los malestares de los y las pacientes, los tratan sin un poco de delicadeza; no consideran que están sensibles y que no son sólo un caso que deben atender, sino que son personas que ponen la vida en sus manos. Cuando alguien necesita atención urgente, tiene que esperar el turno que le tocó, no importa si es el paciente número 20 y tampoco si tiene dolores fuertes; una tiene que encontrarse en una situación muy, muy delicada para que la atiendan de inmediato.

Peor aún, cuando se requiere internación, los trámites demandan casi todo el día y después hay que esperar hasta conseguir una cama, porque siempre están ocupadas, es decir que son insuficientes para la cantidad de personas enfermas que hay todos los días. Ni siquiera hay camillas donde puedan descansar, porque a veces el dolor no te deja estar parada. En otros casos, te dicen que vuelvas al día siguiente, pues no cuentan con camas disponibles.

¿Qué harán las personas que no tienen familiares que les ayuden en los trámites?

Las personas de la tercera edad a veces no tienen familia y son tratadas de mala manera. Antes de ser atendidas les preguntan si tienen jubilación o si se hará atender con el seguro de vejez.

Para la persona jubilada el trato es un poco preferencial, pero a quienes recurren al seguro de vejez los maltratan. Parecería que el personal médico piensa que las y los ancianos ya no tendrán oportunidad de vivir y no quieren invertir tiempo en atenderlos. Digo esto porque en una ocasión yo misma fui testigo de lo que le dijo un medico al familiar de una abuelita: “para qué le han traído, ya está vieja, se va a morir, ustedes deberían cuidarle en su casa nomás”. Yo no entiendo cómo siendo personas que han estudiado para salvar vidas, pueden tratar de esa manera a los enfermos. Además si los familiares reclaman, se desquitan con el paciente.

Tal vez sea porque están acostumbrados a atender todo tipo de casos, todos los días, que han perdido la sensibilidad. Pero yo creo que deberían reflexionar y tener presente que también ellos o sus familiares pueden estar en la misma situación y no les gustaría sufrir maltratos.

Por otro lado, el Ministerio de Salud debería verificar la atención que se brinda en los hospitales, además de equiparlos mejor, o por lo menos dotarles de lo esencial para que brinden una mejor atención a la población. La propaganda del gobierno dice que le está dando mejores condiciones de vida a los bolivianos con los bonos Juancito Pinto, Juana Azurduy y otros, pero lo primordial para una mejor vida es la salud, de la que deberían ocuparse más.

miércoles, 9 de marzo de 2011

LOS DAMNIFICADOS DE LA LADERA ESTE

Por Victoria Mamani

Miles de damnificados de la ladera este, en medio del dolor y la impotencia, aún luchan por rescatar cualquier cosa en los lugares donde habitaban. Lo que más da pena son las personas de la tercera edad y los animales, ya que muchos abuelos y abuelas vivían solos junto a sus animales; no pudieron sacar nada más que sus vacas, que son su sustento diario, pues no tienen otro ingreso.

Por ejemplo, en el campamento de Irpavi 2, había una señora de 70 años sentada sobre un tronco. Sin zapatos y sin ropa para cambiarse, decía que estaba ya en la cama cuando escuchó mugir a las vacas, como si alguien le estuviera dando comida o como queriendo salir del corral. Al bajar de la cama, sintió que la pared de su casa crujía; se levantó asustada para ver lo que pasaba y afuera vio que la gente ya estaba sacando sus pertenencias de sus casas, gritando que el cerro se estaba cayendo. No había nadie que la ayude a esta señora, lo único que agarró fue a sus vacas.

Cuando se había alejado y miró atrás, su casa había desaparecido, cuenta llorando la abuelita.
En los campamentos la gente pedía más carpas; yo ví que algunas personas estaban refugiándose en sus autos o armaban una especie de chozas con ramas de los árboles, o se cubrían con ch’iwiñas y plásticos. Si bien recibían frazadas, éstas no eran suficientes, ya que cada familia está integrada por seis o siete personas, e incluso más. Las pocas cosas que pudieron rescatar estaban rotas, llenas de tierra o ni siquiera servían.

El sector de Callapa es productor de leche y queso, y proveía a la población paceña de estos productos. Es por ello había muchos animales como las vacas lecheras con sus crías y toros; pero también hay chanchos, ovejas, gallinas, perros y otros animales. Para la gente hay donaciones, desde los alimentos hasta las ropas de vestir, pero también se necesita solidaridad para estos animales que ya están flacos; en los lugares del desastre, los animales están sacando lo poco que queda de cebada, tallos de choclo, pastos. Da mucha pena estos animales y también los perritos que no quieren abandonar su hogar ni a su familia; pero mucha gente tuvo que dejarlos porque en los albergues no caben estos animalitos. En una casa a medio desplomar unos perros estaban llorando por su dueño y también de hambre; daba pena verlos, no querían moverse del lugar.

Podemos ver que en estos desastres la solidaridad de la población no se fija en el color de la piel y tampoco si la gente es pobre o rica. Muchísima gente contribuyó con lo que pudo, ropa, comida, leche, agua, pan, de todo. Estudiantes de colegios fiscales, de convenio y particulares, repartían alimentos a las wawas, donaban su desayuno escolar. De la misma forma, la juventud voluntaria, conscriptos y premilitares trasladaba los pocos enseres que quedaron en el lugar del desastre, aunque muchas cosas no tienen arreglo. También han trabajado de manera ardua estudiantes de medicina y estudiantes de veterinaria de la Universidad Loyola, y como siempre, incansables, las y los voluntarios de la Cruz Roja.

Los desastres unen a la población y nos llenan de esperanza. Por eso a los políticos y al gobierno del Estado Plurinacional quiero decirles: ya basta de soberbia, trabajen por la unidad, sin mirando simpatías o antipatías. Creo que estas últimas semanas han sido una señal muy clara de unidad, para apoyarnos sin fijarnos en el estatus social. Todos y todas han colaborado con una sola idea de ayudar a la gente que estaba sufriendo una tragedia.

Si los políticos actuaran de esta manera, en Bolivia habría respeto mutuo, solidaridad, reciprocidad y el vivir bien no sería sólo un sueño como hasta ahora.

Por otro lado, para comprarse un terreno hay que verificar bien el lugar, no compren a ciegas o porque es bonito el lugar, porque uno quiere vivir en la zona Sur o en la ciudad. Vean primero la seguridad de su familia. Muchas personas dicen, por ejemplo, que El Alto es una ciudad frío y prefieren comprar terrenos en esos cerros para construir casas de tres cuatro pisos. Muchas de estas construcciones ni siquiera tienen autorización del Alcaldía o está prohibido construir casas de piso, pero lo hacen. Incluso hay que desconfiar de la Alcaldía, porque mucha gente tenía sus planos aprobados e incluso así perdió su casa porque la zona era inestable.

jueves, 3 de marzo de 2011

EDUCACIÓN DESDE LA CASA



Por Cristina Ibáñez

Las mamás y los papás debemos inculcar una buena educación a nuestros hijos e hijas, para que aprendan a ser responsables e independientes. Y justamente lo que aprendemos en el hogar es fundamental en nuestra formación como personas.

Es nuestra obligación como papás y mamás orientar a nuestros hijos e hijas para que aprendan a resolver sus problemas y para que aprendan a tomar decisiones en el momento apropiado.

Muchas veces no dejamos que nuestros hijos e hijas enfrenten sus problemas y las diferentes situaciones que se nos presentan en la vida, porque nos resistimos a dejarlos crecer. A veces, de diferentes maneras, fomentamos la flojera y somos responsables de su falta de capacidad para afrontar ciertos conflictos.

También sigue siendo nuestra responsabilidad, tanto de las mamás como de los papás, el criar de forma distinta a los niños y a las niñas. Mientras que a los chicos les dejan mirar la televisión o jugar futbol en la calle, mientras la mamá está haciendo todas las tareas de la casa, a las niñas se les exige que aprendan a tender su cama, a lavar, a cocinar y, además de todo, todavía se les exige, en muchos casos, que atiendan a sus hermanos, mayores o menores.

Nosotras como madres y también los padres, no sólo debemos ocuparnos de proteger a nuestros niños y niñas de los peligros que existen en la sociedad, sino enseñarles que tanto los niños como las niñas, tienen las mismas obligaciones y oportunidades, y que no por el hecho de ser hombres o mujeres, las responsabilidades del hogar, van a recaer en uno o en el otro.

Nuestros niños y niñas deben ser colaboradores en diferentes actividades e ir aprendiendo que en la vida cotidiana no se trata sólo de ayudar a hacer las cosas, sino de asumir responsabilidades.

Podemos enseñarles a guardar sus juguetes, a colocar la mesa, a lavar la ropa, etc. Pero también debemos enseñarles que esas no son obligaciones de las mujeres, sino de cada persona que desordena, que come, que ensucia, etc.

Como trabajadoras del hogar nosotras conocemos las costumbres de nuestros empleadores, porque trabajamos años en diferentes casas y vemos que nada de esto se les enseña a los adolescentes. Por eso aunque nosotras estemos trabajando muy enfermas, a ellos ni se les pasa por la cabeza colaborarnos, aunque saben muy bien que si no estuviéramos nosotras la relación familiar sería desastrosa.

Por eso creo que no solo la educación del colegio es importante, sino también la que se les da en la casa a niños y niñas, sin importar la clase social o el nivel económico de la familia.

miércoles, 2 de marzo de 2011

DERECHO DE LAS MUJERES

Por Cristina Ibáñez

Los derechos de las mujeres han sido violados históricamente, y en especial sus derechos políticos.

Bolivia es un país constituido, mayoritariamente, por poblaciones indígenas que han sido avasalladas durante cientos de años, desde el incario, pasando por la época colonial y posteriormente en la época republicana. Pero ese avasallamiento se reflejó en especial en la dominación de las mujeres indígenas.

Esto ha sido un factor del bajo nivel de desarrollo y el alto grado de pobreza que sufren las mujeres en las poblaciones rurales. La mayor parte de las mujeres en los pueblos estaban totalmente incomunicadas, por lo que no podían exigir sus derechos.

Ahora que vivimos otros tiempos, las mujeres podemos organizarnos, capacitarnos en diferentes actividades y plantear una serie de demandas a las autoridades. Durante siglos hemos sido excluidas y han desvalorado nuestros derechos y todo el trabajo cotidiano que realizamos, que sirve para mantener la vida misma. Pero depende de nosotras exigir nuestros derechos y enfrentar la discriminación hacia las mujeres, que no puede seguir como antes.

Las mujeres estamos decididas a luchar, a exigir nuestros derechos; juntas podemos para generar estrategias para poder ejercer nuestros derechos, sin tener que estar pidiendo permiso a nadie y tampoco dejando que las ONGs se apropien de nuestras iniciativas y de nuestra creatividad. Las mujeres, desde nuestras diferencias y desde nuestras distintas experiencias, podemos trabajar propuestas para enfrentar la violencia y la discriminación. Podemos hacerlo en las ciudades y también en las áreas rurales, porque eso permitirá el desarrollo de las comunidades, donde ahora la gente, pero las mujeres en especial, padecen por la falta de servicios básicos, por ejemplo.

Los hombres han copado los espacios políticos públicos, incluidos los cargos dirigenciales y se resisten a que las mujeres participemos, porque consideran que es una invasión a un espacio tradicionalmente masculino. De ahí la violencia política, que se manifiesta en todo tipo de abusos, desde hacerse atender con las mujeres que son sus compañeras de lucha, hasta amenazarlas, golpearlas e incluso violarlas para desanimar a las más insistentes. Por eso también la inseguridad y el temor de muchas mujeres para ocupar cargos políticos, porque muchos hombres recurren a acciones violentas contra nosotras.

Por eso las mujeres no sólo debemos capacitarnos en diferentes áreas, sino también organizarnos entre mujeres, porque así como está la situación, las soluciones para nuestro país tienen que venir desde nosotras, porque cada día está demostrado que las medidas que disponen los políticos desde el poder no nos están sirviendo.

martes, 1 de marzo de 2011

LA DELINCUENCIA

Por Otilia Justo

La delincuencia se ha incrementado en los últimos años, tanto en la ciudad de La Paz como en El Alto.

Podríamos incluso decir que la situación se está descontrolando; los delincuentes asaltan gente, roban casas y también automóviles. Por ejemplo, en Villa Dolores, un hombre iba a su casa para guardar su vehículo, pero fue sorprendido por otros dos. Uno de ellos lo golpeó en la cabeza con un piedra para quitarle su celular y dinero, también se llevaron el auto. Y esto ocurre en todos los barrios de nuestras ciudades, incluso en los llamados barrios residenciales.

En la feria 16 de julio, los delincuentes venden por partes los vehículos que han robado, otros llevan las piezas al exterior para ganar un poco más.

Pero no son solo robos y asaltos, también sabemos de asesinatos de gente que quizá se ha resistido a que le quiten sus pertenencias. En la zona 16 de febrero, en El Alto, hace unas semanas, vi a mi vecino que estaba sobre la avenida; 4 sujetos se bajaron de un taxi para robarle, lo sujetaron con una pita amarrada al cuello; por suerte no lo mataron. Pero lo mismo pasa en las zonas céntricas de La Paz, como en la misma Avenida 6 de agosto. La delincuencia no sólo está en los barrios marginales.

Los vecinos ya no podemos transitar tranquilos por las calles, las autoridades responsables deberían elaborar estrategias de seguridad ciudadana en cada distrito municipal de El Alto, los robos y asaltos son el pan de cada día. Además los delincuentes saben que esta ciudad es la menos protegida por la policía. Si bien existen retenes policiales, cuando se les llama por alguna emergencia, ellos no acuden al lugar. Pero esto tampoco pasa solo en El Alto. Ocurre muchas veces que al llamar al 110, por ejemplo, ante una emergencia, la persona que contesta el teléfono ni siquiera sabe dónde se encuentran las diferentes zonas. Probablemente a la ineficiencia de la Policía se suma ese desconocimiento, lo que influye en que demoren tanto en llegar cuando se trata de emergencias.

Por eso, sería beneficioso para la ciudadanía que los policías de Radio Patrullas 110, al menos los que atienden las llamadas, conozcan las ciudades de La Paz y El Alto, porque la tardanza en explicarles la ubicación de alguna calle puede significar la vida o la muerte de alguna persona.